lunes, marzo 19, 2007

F(r)OTextO 6: Por necesidad

De mi primera novia me despedía siempre en el portal de su casa. No era un mal lugar, amplio y poco transitado permitía que nos besásemos hasta el babeo y que nos metiésemos mano con una cierta intimidad. Pero el lugar perdió su encanto cuando la mujer de la bolsa comenzó a merodear por la calle. Al principio tuve la sensación de que nos espiaba y hasta llegué a asustarme. La desconocida iba de una puerta a otra, de un rincón a otro, de una esquina a la siguiente, o cambiaba de acera sin justificación razonable, o volvía sigilosa sobre sus pasos, siempre semioculta, atenta a lo que ocurría a su alrededor. Con el paso de los días el temor que despertaba en mí la mujer de la bolsa se fue diluyendo y transformando en incomodo, pues mi vigor y fogosidad, cada vez que aparecía, se hacían añicos, con el consiguiente enfado de Lola. Y al incomodo siguió la curiosidad y de presunto vigilado pasé a centinela. Poco tardé en darme cuenta de que aquella mujer, bien entrada en los cincuenta, lejos de espiar a nadie, de querer saber de nuestras vidas y tocamientos, vigilaba con el único fin de que no fuese descubierto su más preciado secreto: oculta a las miradas de transeúntes y vecinos vaciaba su bolsa y dejaba, un poco aquí y otro allá, panes ahogados y afiladas raspas que los gatos de la calle recibían, cuando vencían su natural desconfianza felina, agradecidos. Supe también, fruto de mi labor de centinela, que la mujer de la bolsa recibía, cobrando, visitas en su casa y que este viejo oficio lo ejercía sólo y exclusivamente por necesidad, porque como declaró en el cuartelillo la primera vez que fue detenida, tras ser denunciada por algunos vecinos de moral intachable: ¿de dónde, si no, iba a sacar ella para dar de comer a los gatos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Jose, soy uno de los Amparos. Un tu bien amada y conocida Gran canaria y más concretamente, en las palmas (Santa Catalina), existía una señora llamada Lolita Pluma o Puma (¿?) que tenía de profesión prostituta y un bolso cargado de sardinas y otras viandas actas para felinos. Tras su muerte le dedicasrón canciones (braulio) y esculturas que la recuerdan.

Anónimo dijo...

¡Cuántas coincidencias! No lo sabía. Salud amigos.